28.10.07

A la hora en que se acostarían mis huesos,
había un cielo húmedo en la obscuridad
abierto para el desvelo.

A la hora en que se arrodillaba mi alma
a pedir perdón
había tantos mudos hambrientos.

Cuando era el sostén de la miseria
vendían el corazón.

Cuando querían más
se tendía mi cuerpo apenas.

Cuando fue la hora de levantarse
tiritaban mis ojos
sin espacio, huérfanos.

4 Comments:

Blogger Unknown said...

me encanta lo gráfico, lo sensible...los ojos tiritando....buenísimas las imágenes!!!

domingo, 28 octubre, 2007  
Blogger marielagarron said...

gracias por conversarme, de verdad gracias...

domingo, 28 octubre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

...ay Mari, esto está muy triste. Beso.

lunes, 29 octubre, 2007  
Blogger marielagarron said...

Morito lindo!!!!!!
la poesía es el amparo para tristes :O)

lunes, 29 octubre, 2007  

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